lunes, 13 de octubre de 2008

Sabor de una noche


Anoche, cuando pensaba en algunas personas que pasaron por mi vida (algunas que siguen presentes, algunas que sólo permanecen en recuerdos y algunas que llegaron recién), me detuve a recordar el beso, uno de esos besos inolvidables...
Era una noche fría, estaba en mi casa, tranquila, escuchando música suave, la luz tenue, el calorcito de hogar que abriga las confusiones. Un llamado y la pregunta: Podemos charlar un rato??
El llegó tocando a mi puerta, al acercarme sentí su aliento embriagado, me hablaba siempre de la misma historia, olvidándose en cada segundo que me había contado lo mismo una y mil veces, yo sólo lo escuchaba... Me encantaba escucharlo y mirarlo, no importaba las veces que sean, siempre era como una nueva aventura.
Esa noche, después de su historia con varios matices, nos quedamos oscuros y le serví café, tenia una mirada que penetraba hasta lo mas profundo de mi alma, me desnudaba, me sentía descubierta, temblaba y, de a poco, ese temor me gustaba. Se acercó, nos acercamos y nos dimos un pequeño beso. Sólo tocó mis labios temblorosos.
Nos besamos con el cuerpo, con la mente, con el corazón. Recuerdo su sabor. Lo recuerdo perfecto..., era dulce, inexplicablemente delicioso. Un beso suave y al mismo tiempo intenso, sus labios tibios, tiernos, me abrazaban la angustia y el temblor.
El tiempo se detuvo sin avisarnos, y todo, todo eso, lo sentí en un segundo. Después nos reímos, nos reímos mucho como si fuéramos niños descubriendo sensaciones, y me abrazó fuerte. Sus brazos me calmaron. El tiempo volvió a tomar su pulso. Miramos el cielo, y tuve un momento mágico, justo cuando levanté la mirada vi una estrella fugaz... pedí no separarme nunca de él... volvimos a besarnos, esta vez el beso duró más tiempo, parecía que fuera eterno, fue intenso, más descontrolado pero el mismo sabor, la misma emoción. Ésta vez, mis ojos empezaron a llorar en silencio... sabía que era la única vez que tendría un beso suyo, la única vez que me abrazaría así, la única vez que el temblor se apoderaba de mi con él y la única vez en que la noche me regalaba su aliento a café.
Este es mi recuerdo, su beso, su aliento, su sabor.
Esa noche quedará siempre como un sueño. Ese beso mantendrá su sabor mientras lo recuerde.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Que lindo relato!! Fue como si yo también hubése saboreado ese beso.
Me encantó!!

Gi dijo...

Me derretí...